5 de marzo de 2013

Era lunes, paseaba sobre una cuerda floja en busca de un libro. Ella ocupaba su tiempo recogiendo palabras con las manos abiertas y, como si de llaves se trataran, volvía a cerrar sus puños sobre ellas para no perderlas.
Era lunes, caminaba sobre una cuerda floja con un lápiz entre sus dedos. Había terminado las páginas, pero quedaban los márgenes para rellenar. En ellos quería definirse con una línea gruesa como contorno, zambullirse en el diccionario y salpicar significados, escribirse a si misma y amortiguar las palabras sobre el papel.
Era el primer día de una semana, caminaba sobre una cuerda floja sin paraguas. A veces tenía la sensación de que se disolvía bajo la lluvia. Se preguntaba si las gotas conseguirían difuminar las letras escritas sobre su piel, olvidando que no estaban dibujadas con tinta, ignorando que su historia era una marca que siempre la acompañaría.
Era lunes y hacía equilibrio sobre una cuerda floja. Notaba su piel desconcharse bajo la ropa y las lagrimas reposar templadas al borde de sus pestañas. Releyó las mismas páginas hasta que las letras comenzaron a desvanecerse por la falta de luz a la muerte de otro día.
Era el anochecer de un lunes, paseaba sobre la cuerda floja hacia el sol, sabiendo que desaparecería junto a él en el horizonte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario