26 de junio de 2012

17 de Julio - Una ciudad cualquiera



Noa se habría paso entre la multitud con la que se topó aquel día. No recordaba haber estado en un sitio tan abarrotado en su vida. A su espalda, enfundado se hallaba su compañero de viaje, un saxo. Ambos, se dirigieron a una calle un poco más apartada, donde el rumor de la gente casi no se percibía.

Dirigió sus pasos a través de la noche, bordeando la catedral y adentrándose en el casco viejo de la ciudad. En esa zona, no se encontró con nadie excepto con un par de coches que difícilmente paseaban entre las estrechas calles.

El silencio parecía ser contagioso, pero sin embargo, percibió una melodía un tanto alegre, que provenía de una puerta que el paso del tiempo había ido descuidando. Una vez dentro, reconoció el bar de inmediato, no había más de cuatro clientes en ese momento, y un pianista de avanzada edad acompañaba el ambiente. Decidió tomar un par de cervezas, y seguidamente comenzó su labor.

Sabía que tocar para un público mínimo, no era gran cosa, pero mientras hubiera alguien, Noa tocaba. Sabía que aunque ese trabajo no estuviera debidamente considerado, algún día podría enseñar al mundo su música. Sabía que sus ganas de improvisar, hilando nota tras nota, no terminarían esa noche.

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